Una investigación que cuestiona la mirada generalizada sobre el género como equivalente a mujer, que evidencia la rigidez de las masculinidades hegemónicas como ideal masculino y la importancia de las expectativas femeninas frente a los hombres para posibilitar cambios o continuidades.
Esta tesis tuvo como
objetivo analizar los cambios y
continuidades en los discursos y prácticas
cotidianas la masculinidad, en dos generaciones de hombres de la ciudad de
Quito. Partí del supuesto de que la masculinidad es una construcción
sociocultural determinada por las relaciones de poder y las situaciones
estructurales e históricas en las que viven hombres y mujeres, que ha entrado
en un proceso de transición, generado durante las últimas décadas por el
creciente ingreso de las mujeres a la esfera “pública” y también, debido a que
algunos hombres han empezado a reivindicar su participación en espacios
considerados privados, como la vida doméstica y la crianza. Para esto se tuvo
presente la relación entre las variables de género y edad, y la vigencia e
influencia de un imaginario específico sobre un tipo de masculinidad hegemónica
como única, válida, y normal.
El audio que presento a
continuación, da cuenta de una parte de esta tesis y responde al análisis
cuantitativo de los datos arrojados por una encuesta realizada a 400 personas
en la ciudad de Quito, en la cual se indagó por las ideologías tradicionales de
género en relación a la masculinidad y, por cuáles son los principales cambios
y resistencias de ese modelo de masculinidad en dos grupos generacionales
distintos. Desde un enfoque teórico sobre las masculinidades, se analizó cuáles
son las ideologías de género sobre las que se levantan los actuales discursos
sobre masculinidad y los cambios concretos de estas ideologías en dos
generaciones de hombres y mujeres. Concluyo con algunas de los hallazgos
preliminares frente a cómo todas estas ideologías –la represión de emociones,
el uso de la fuerza, la hipersexualidad, la homofobia, la proveeduría económica
y la exclusión de los hombres de las actividades del cuidado- están
estrechamente relacionadas y son profundamente estructurantes de la identidad
masculina, se refuerzan mutuamente y producen rígidas ideas en las
representaciones que hacen las mujeres de los hombres y de los hombres sobre sí
mismos y sobre otros hombres.
Algunos de los
hallazgos más significativos de esta investigación en su fase cuantitativa,
trata sobre la construcción relacional del género y cómo para romper el
estereotipo masculino, también son relevantes la mirada y las expectativas
femeninas en relación al tipo ideal de hombre que se ha construido y que de
alguna manera reafirma el machismo. Cuando enfatizo en este punto, en cómo las mujeres construyen un
ideal de masculinidad -y en este caso ese ideal se mantiene ligado al
machismo-, y producen expectativas ambivalentes frente a los posibles cambios
de los hombres hacia masculinidades menos enraizadas en el poder, la autoridad
y la violencia, no se trata de negar fenómenos estructurales como la violencia
de género o culpar a las mujeres de ésta, se trata en cambio, de superar la masificada
idea de que el género es igual a mujer y en esa medida ampliar el horizonte de
análisis y de trabajo, sacando a la mujer del lugar de mera víctima pasiva y
poder vislumbrar un sujeto masculino ampliamente, dentro de una historia,
desnaturalizando su condición de “malo”, y en esa medida dar respuestas más
integrales para el análisis académico del género y la intervención con hombres
y mujeres.
También es importante resaltar que la
masculinidad no es una sola, monolítica y atemporal. Es una construcción móvil
y por lo tanto, es importante decir que no todos los hombres que reprimen sus
emociones son necesariamente violentos, no todos los que creen que deben tener
más sexo, odian a los homosexuales, no todos los hombres que han sufrido
violencia en sus hogares la reproducen en su vida adulta; en todo caso sí los
predispone a presentar algunas de estas conductas. La vigencia de la
masculinidad hegemónica, se evidencia más como un ideal, como un mandato social
y cultural, como un arquetipo que no es humanamente realizable y por eso mismo
genera tantas tensiones, conflictos y riesgos para los hombres y las mujeres
socializados en ella.
Atenta a la retroalimentación, las críticas argumentadas, constructivas y respetuosas, les comparto parte del resultado de la investigación que he realizado durante el último año y medio como estudiante de maestría en FLACSO- Ecuador.
http://flacsoradio.ec/index.php/programas/academicos/flacso-eventos/657-del-dicho-al-hecho.html
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