lunes, 28 de marzo de 2022

Will Smith, la violencia legítima y el feminismo


 Sobre el incidente en los Oscar con Will Smith:

1. Chévere antes de hablar por Jada Pinkett, asumiendo una vocería pretendidamente feminista, esperar a que sea ella quien diga cómo se sintió con el hecho a todas luces violento en su contra y luego con la forma en que su compañero la defendió. No hablar por las mujeres, es un ejercicio de respeto y eso nos incluye también a nosotras. 
2. Hay marcos de análisis que nos ayudan a explicar ciertas situaciones y problemas. Pero no siempre se puede agotar allí la inmensa complejidad de la experiencia humana. Humanizar también es político. Este me parece uno de esos casos en el que el feminismo por sí solo no puede explicar todo lo que en ese evento se dio ni mucho menos puede llevarnos a deshumanizar a nadie. Además, una cosa es el feminismo serio, político y ubicado en el tiempo y en el espacio y otra el feministómetro inquisidor, lleno de clichés y lugares comunes que a lo que ha llevado es a una cacería de brujas y brujos.
3. Claro que la respuesta de Will Smith es violenta. Como violento fue usar el padecimiento de salud de su compañera come chiste, en un guion nefasto y burdo ya característico de este tipo de eventos. Como lo es también hablar del cuerpo o la apariencia de las personas en general y exigirle a las mujeres en particular cumplir con un canon de belleza hegemónico. Todo el evento, su lógica, sus decisiones (por ejemplo, el premio a la película encanto) y su procedencia, lo son. 
4. En una sociedad absolutamente violenta, donde la burla, el bullyng y la violencia hacia todo aquello que se salga del guion hegemónico; reaccionar, sancionar socialmente y condenar este tipo de violencias en el mismo instante que se presentan es vital. En ese sentido yo celebro la bofetada, que entre otras cosas debe ser para todos los que organizan el evento y quienes diseñan semejantes guiones pretendiendo ser "divertidos"; esa me parece una violencia legítima, oportuna y contundente. Una declaración políticamente correcta posterior al evento quedaría en el olvido en un instante.
5. Si la burla y la humillación contra esta mujer se hizo ante millones de personas, así mismo debía ser la sanción y la protesta. Entre otras cosas porque así se sienten y pasan las cosas en la vida real. Bajarnos de lo políticamente correcto también permite humanizar al otro. Y si ya la actriz había hecho público su padecimiento y lo mucho que la mortificaba, de seguro que los organizadores no eran ajenos al tema,  que su decisión de ponerla en el guion fue premeditada y que más allá de lo que se pudo ver en vivo, solo la pareja sabe toda la carga emocional que ha implicado el tema y la preparación para asistir a un evento donde estarían expuestos a la mirada de por sí ya bastante perversa de los medios y las demás mujeres y hombres que sí iban a poder cumplir con el canon hegemónico esperado en un evento como ese. Nadie sabe más que ellos con cuánta angustia recibieron el desacertado, violento y vulgar comentario.
6. En esto de los ideales y el deber ser, claro que hubiera sido chévere ver a la misma actriz subir al escenario para ella misma manifestar su molestia e incluso que otras mujeres se hubieran solidarizado al no hacer parte del supuesto chiste y hubieran sentado un precedente. Pero no pasó. Pasó lo que ya vimos y estoy segura, que si aplicamos el feministómetro inquisitorial, si Will Smith no se para y se queda riéndose o simplemente se hubiera quedado callado, también lo estarían destrozando en redes, que es lo que está tan de moda y es tan cómodo.
7. Sí, tenemos que trabajar para que las mujeres dejemos en el pasado esa indefensión aprendida que nos lega el sistema de socialización patriarcal, que de tanto silenciarnos y decirnos locas, de tanto no creernos y burlarnos, nos ha llevado a disociarnos de nuestra valía y poder. De nuestra verdad, de nuestra palabra. Del grito, del golpe legítimo para hacernos justicia cuando nos agreden. Hay mucho por seguir trabajando claro que sí, para que en un futuro Jada o cualquier niña, joven y mujer adulta no sienta que necesite a alguien que la proteja y la defienda. Y que claro, ya no tengamos que defendernos y protegernos porque el machismo y el sistema patriarcal dejen de existir y violentarnos, legitimar esas violencias y luego revictimizarnos si nos defendemos. 
8. Yo celebro la postura de Will Smith, que aún sabiendo lo que podía venirle pierna arriba subió al escenario e hizo lo que debía, aunque luego pidió disculpas. Sí creo que ese fue un acto de solidaridad, un acto compañero. Y vuelvo y digo siempre habrá violencias legítimas, que nadie puede equiparar con las violencias demenciales o premeditadas de este sistema opresor patriarcal, racista y capitalista. ¿Eso no es justamente lo que muchas veces les hemos reclamado cuando decimos que necesitamos que rompan el pacto patriarcal de silencio entre hombres? ¿O cuando nos han manoseado en el bus, no es eso lo que hemos querido que pase? 
9. Maluco que luego haya quitado autoridad a su accionar metiendo a dios y al diablo. Pero así y todo, hizo una crítica importante al proceder brutal de la industria mediática. 
10. Hay muchos otros temas nacionales de los que debemos ocuparnos. Que viva el gobierno del PACTO HISTÓRICO. Trabajemos para que se haga realidad. 
Att. Yo. Una feminista exiliada. 

jueves, 10 de junio de 2021

 

Estamos en deuda. La escuela como escenario pedagógico feminista para la equidad de género

Autoras Katherine Sandoval y Karina Sandoval


 
En este artículo reflexionamos sobre cómo la sexualidad constituye una de las dimensiones más importantes y poderosas del ser humano y cómo a su vez, la educación sexual es una herramienta pedagógica mediante la cual se pretende contribuir al goce de ésta en un marco de autoconocimiento y respeto por los derechos humanos, sexuales y reproductivos. Este artículo pretende hacer un análisis sobre la realidad de la educación sexual que se imparte en la escuela, a la luz de las teorías feministas, para establecer, por un lado, cuáles pueden ser los principales obstáculos para que su ejecución se dé de manera integral, con base en datos y conceptos científicos, que realmente impacten de manera positiva los proyectos de vida de los y las jóvenes, y, por otro, los riesgos palpables que está generando ese vacío en la educación sexual de los jóvenes. El rol de la escuela ante los efectos de la pornografía de la vida cotidiana, la cultura de la pederastia, del acceso a contenido sexual virtual gratuito las veinticuatro horas del día, los embarazos adolescentes, el sexting, el grooming, entre otras problemáticas, harán parte de este análisis. Disponible en: Estamos en deuda. La escuela como escenario pedagógico feminista para la equidad de género  


miércoles, 12 de agosto de 2020

RESUMEN CLAVES FEMINISTAS PARA LA NEGOCIACIÓN EN EL AMOR

 RESUMEN CLAVES FEMINISTAS PARA LA NEGOCIACIÓN EN EL AMOR

LIBRO DE MARCELA LAGARDE

RESUMEN HECHO POR KARINA SANDOVAL

DISPONIBLE EN: https://drive.google.com/folderview?id=1H2qWkwlGvH6eWTLYFRB-wxCSIlrkthPg


martes, 5 de mayo de 2020

¿

¿Qué ha pasado con las “nuevas masculinidades” durante el confinamiento por Covid?

Por Karina Sandoval Zapata


Desde antes de la llegada del Covid, hace unas buenas décadas las mujeres vinculadas al movimiento feminista de todo el mundo, especialmente las ecofeministas, las economistas feministas, las mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes, ya venían denunciando que este modelo era insostenible, que el planeta no daría abasto a nuestros consumos irracionales y que buena parte de lo que hemos llamado “desastres naturales” eran el resultado lógico de una cadena de malas decisiones de unos gobiernos que a nivel mundial han puesto sus lógicas imperialistas, coloniales y ecocidas al servicio del mercado y en detrimento de la vida.
Advertían además, que la sostenibilidad de la vida estaba puesta sobre todo, en los hombros de las mujeres que son quienes mayoritariamente realizan las labores de cuidado en todo el mundo, invisibilizadas, inferiorizadas y sin pago, es decir, esclavizadas y todo ello en nombre del amor. Pues bien, la pandemia ha puesto en evidencia que esas y muchas otras situaciones que habíamos cotidianizado son incompatibles con la vida, con los ciclos de la naturaleza y contra cualquier noción de justicia social.  Del mismo modo, desde diferentes realidades las mujeres de todos los continentes han venido advirtiendo de las violencias machistas y feminicidas como una pandemia que cobra la vida de miles de mujeres y niñas cada día, sin que se lograran acciones contundentes para que esto se detuviera.
El llamado en todos esos casos se hizo ante gobiernos y grandes corporaciones criminales, patriarcales (de 193 países solo el 6% son gobernados por mujeres y de las 100 empresas del mundo que más contaminan el 99% las dirigen hombres), ciegas y sordas ante la masacre de mujeres y frente a las amenazas en contra de la viabilidad de nuestra existencia en el planeta tierra, en una lógica depredadora y ecocida sin comparación en otro momento de la historia. Bien, pues todo esto tiene que ver con la vigencia de la masculinidad hegemónica y a continuación intentaré esbozar el por qué.
El contexto en el que nos llega la pandemia del Covid, es el contexto de la réplica a nivel mundial del performance “Un violador en tu camino”, performado por mujeres de todas las edades, de todos los países, etnias y clases sociales, que fueron registradas en todos los medios masivos internacionales denunciando la sistematicidad de las violencias sexuales que sufrimos mujeres y niñas, y la revictimización a la que nos somete la justicia patriarcal. Es un contexto de sentencias logradas con el movimiento del me too, que han afectado a hombres antes considerados intocables. Un contexto con estudiantes de toda la región, el país y la ciudad rompiendo el silencio y denunciando a docentes y compañeros acosadores -Univalle y la U Nacional no han sido la excepción-,  y claro, un contexto de violaciones en manadas y con la pandemia de feminicidios de siempre.
Ninguna de esas realidades da cuenta de que la masculinidad hegemónica haya sido superada o se pueda dar por terminada, todo lo contrario. La arremetida de las violencias patriarcales ha ido en aumento conforme los movimientos de mujeres y feministas se van haciendo más visibles y logran poner en jaque esas estructuras del poder masculino a nivel mundial. Manifestaciones de ciber bullyng y de mainsplaining donde critican los modos de protesta de las feministas de ahora y quieren decirnos cómo es el feminismo de verdad, o campañas en redes como la del “Not all men”, el auge de los grupos autodenominados Incel (Célibes involuntarios, una comunidad on line misógina que se congrega en foros:https://www.elperiodico.com/es/videos/zeta-media-lab/quienes-son-los-incel-odio-victimismo-y-supremacismo-masculino-en-la-red/4372507.shtml), así como el masivo uso del insulto “feminazi”, hacen parte de esa respuesta resistente y violenta que evidencia la misoginia interiorizada en los hombres cuando ven puestos en jaque su poder y sus privilegios.

Valga aclarar que el tal feminazismo no existe, no es un concepto con un sustento teórico y mucho menos tiene un asidero histórico para esa extraña cosa a la que hace referencia (equipara el feminismo al nazismo), porque el feminismo como movimiento social y político y también como paradigma teórico significa ante todo equidad y justicia, el machismo en cambio, significa violencia y subordinación. Se entiende en todo caso esta respuesta retadora y violenta puesto que el misógino reafirma el odio de las mujeres hacia él, en todo momento. Cuando son las mujeres son inteligentes, cuando levantan la voz para reclamar derechos o denunciar una injusticia, cuando son felices gozando la vida, cuando se declaran bellas más allá de los cánones estéticos hegemónicos, cuando reclaman su derecho al placer y no le fingen orgasmos, cuando se niegan a cumplir los mandatos de la buena esposa, cuando no le piden su opinión o la refutan, y cuando no le permiten ni un solo mal trato (ni los que se cuelan en sus modos pasivo agresivos). Así es que, proyectada cotidiana y repetidamente, el misógino le da vida al fantasma creado por sí mismo y al que ha decidido llamar feminazi. En su profundo sentimiento de castración y pérdida de poder real y simbólico, el misógino, efectivamente, vive la existencia de las mujeres desobedientes y empoderadas, como una amenaza global, como un verdadero holocausto que lo persigue y puede llegar a acabarlo.

Imagen 2 – Noticias de periódicos variados sobre la pandemia

Por todo lo anterior, mi intención con este texto es hacerme y hacerles preguntas y sobre todo, cuestionar ese concepto de las “nuevas masculinidades”, a la luz de lo que se ha puesto en evidencia durante este momento de confinamiento por la pandemia de Covid: La vigencia de una masculinidad predominantemente misógina, parásita, cruel, feminicida, clasista y ecocida.
Para hablar de unas nuevas masculinidades, debemos entender qué es lo viejo a lo que hace referencia el concepto, es decir, la masculinidad patriarcal -hegemónica (machista), que es la que se supone ha sido superada y a la que se opondría una nueva masculinidad.
La masculinidad en términos generales recoge las normas sociales y las ideas que se tienen en las diferentes sociedades y épocas sobre lo que son y deben ser los hombres para ser considerados “verdaderos hombres“, viriles, masculinos… Y, por su parte, la masculinidad hegemónica se refiere a ese modo de ser hombre anclado al machismo, a la idea de que los hombres son superiores -es decir más inteligentes, más fuertes, más asertivos, más racionales, etc.- que las mujeres. Es además, es una masculinidad anclada al racismo colonial, a la explotación capitalista, que promueve la idea de un tipo de hombre como superior, como modelo y referente de normalidad, un hombre blanco, burgués, europeo, ilustrado, proveedor económico, máquina de trabajo o máquina de guerra, y además, hombres súper potentes a nivel sexual, sí o sí, y siempre;  no puede haber fallo y por eso es por lo que esa masculinidad está permanentemente a prueba y bajo la vigilancia, tanto de las mujeres como de otros hombres (llamada validación homosocial).
La hegemónica, es una masculinidad que deja por fuera o inferioriza y subordina también a los hombres. ¿A cuáles? A los que no cumplen con esas exigencias, que en realidad serían una inmensa mayoría (hombres indígenas, afrodescendientes, hombres homosexuales, bisexuales o trans, hombres empobrecidos, hombres precarizados, vistos como débiles, o feos dentro de lo que el modelo de belleza hegemónico implica también sobre cómo debe verse un hombre). Y además, y  muy muy importante, esta expresión de la masculinidad es hegemónica porque es la que se considera válida y es aceptada en su mayoría por todos y todas y se reafirma mediante lo que nos enseñan instituciones como la familia, la religión, la política, los medios de comunicación con sus novelas, su cine y sus realities, y por supuesto, la escuela.
En ese sentido, cuando hablamos de nuevas masculinidades nos estaríamos refiriendo a expresiones de la masculinidad que como dije antes, se distancian o se oponen a ese modelo dominante e implica que entonces, ese o esos hombres “nuevos” por interés propio o por situaciones de crisis han iniciado un proceso de cuestionarse toda su trayectoria personal, de las ideas machistas bajo las cuales fueron educados y a partir de un posicionamiento ético y político han decidido ser hombres de manera diferente. Aunque no se trata de algo tan simple como hacer un checklist o no sea siempre algo fácilmente identificable como llevar una camisa que se quita y pone o algo por el estilo, los hombres que se consideran parte de unas nuevas masculinidades, serían hombres que no violentan, que no violan o acosan mujeres, que no les da miedo ni llorar ni permitirse que afloren emociones como la ternura, el miedo, la tristeza o la vulnerabilidad frente a otros. Hombres pacíficos, sensibles, equitativos, hombres que validan y reconocen a las mujeres como sus iguales, que entienden las luchas de las mujeres para lograr una vida mejor y en muchos sentidos se comprometen con el desmonte de las violencias patriarcales que los afectan a ellos y a los demás, en especial a las mujeres y las niñas. Y es en este último punto donde hay mayor conflicto. Porque no se trata de que los hombres asuman esa nueva masculinidad como un postureo lleno de clichés y discursos dentro de lo que consideramos políticamente correcto, sino que, efectivamente, sean hombres que en su cotidianidad den cuenta de otra expresión de su ser como hombres (consigo mismos, con sus familias, con sus parejas, con sus hijos o hijas, con sus compañeros y compañeras de trabajo, etc.)
¿Cuáles son esas intervenciones o expresiones cercanas y palpables que tenemos de estas nuevas masculinidades? En Colombia existen dos redes nacionales de organizaciones de hombres, la Red Colombiana de Masculinidades No Hegemónicas y la Red Colombiana de Masculinidades por la Igualdad de Género. En Cali puntualmente, tenemos el Círculo de hombres, además de otras organizaciones como Taller abierto, que trabajan específicamente en masculinidades. El tema es además, incluido en los procesos de formación llevados a cabo desde la institucionalidad, por mencionar algunas está Casa Matria o la Secretaría de la Mujer, Equidad de Género y Diversidad Sexual, así como varias agencias de la cooperación internacional, como ONU Mujeres y UNFPA dentro del Sistema de las Naciones Unidas, que han llevado a cabo procesos de sensibilización y capacitaciones para diferentes gremios como transportadores públicos, guardas de tránsito, policías, comisarios/as, fiscales y jueces, personal del sector salud y demás, así como otros procesos de formación que existen en la ciudad que abordan en una o varias sesiones la reflexión en torno a las masculinidades.
Imagen 3 - Elaboración propia (Laboratorio de masculinidades)
Además, de acuerdo con el informe de investigación de ONU MUJERES-2018 llamado Experiencias promisorias de masculinidades no violentas y corresponsables en el ámbito de los cuidados en Colombia y otros países de américa latina y el caribe, en la región de América latina y el caribe se ha dado a lo largo de los últimos 20 años la emergencia de una cada vez mayor cantidad de estudios sobre masculinidades. Evidencia de esta mayor densidad en la producción académica e investigativa es el surgimiento de distintos espacios de encuentro, como seminarios, coloquios, simposios, conversatorios, conferencias, cursos de formación y/o capacitación y congresos, nacionales e internacionales, entre otros. En este informe también se reconoce que son las luchas de las mujeres las que han alentado la creación de organizaciones de hombres y masculinidades en el país y que, sin embargo, “a pesar de la densidad del  capital social de género y de capital intelectual en el trabajo con hombres y masculinidades, la articulación entre las organizaciones sociales que trabajan con hombres y masculinidades es débil y las experiencias que desarrollan están insuficientemente sistematizadas lo que dificulta su pedagogía”.

En ambos casos, como procesos organizativos o como procesos formativos y académicos habría que preguntarse a qué espacios o a qué hombres se está llegando, y qué pasa con esos hombres formados o capacitados una vez estos procesos terminan, porque lastimosamente la recurrencia de conductas masculinas ancladas a la misoginia así como la evidencia de violencias contra las mujeres no solo en la región, sino en el resto del mundo, siguen siendo atroces. En medios circulan muchas de estas iniciativas por lo que se ha venido dando un aparente entusiasmo que proclama que ya hay más igualdad y que efectivamente los hombres han cambiado, de modo que no se entiende el porqué del descontento y las reclamaciones de las mujeres por la desigualdad. Mara Viveros hace un llamado importante para entender que muchos de los cambios que han experimentado las relaciones de género, no han trascendido el ámbito formal y plantea que dichos cambios no se deben dar como un hecho incontestable puesto que esta posición puede ocultar el hecho de que la equidad de género sigue estando ausente de las prácticas cotidianas (Viveros, 2007: 30). Valga aclarar que, para que estas expresiones de masculinidades no hegemónicas sean una realidad cada vez más palpable, se requiere también que los estados, la sociedad y las empresas se comprometan a hacer presencia y acompañar a los hombres y colectivos que están intentando materializar en experiencias concretas su decisión de cambio y de apuesta por la equidad de género.

A continuación, mencionaré tres de las situaciones que a mí modo de ver, han develado durante esta cuarentena la vigencia de una masculinidad que podríamos llamar tóxica (violenta, violadora, pornográfica, parásita) y frente a la que ni la sociedad ni los estados han sabido qué hacer:

1. No fue sino que se iniciara la situación se confinamiento o cuarentena, para que los hombres empezaran a circular publicaciones entre memes, comentarios y chistes, en los que hacían alusión a la odiada esposa y a la extrañada amante, algunos de esos supuestos chistes terminaban incluso dando tips sobre cómo matar a la insoportable esposa. Estas evidentes expresiones de misoginia validada mediante la excusa del humor se fueron traduciendo conforme pasaron los días en el aumento exponencial de las llamadas de mujeres denunciando la situación de violencia que estaban viviendo en sus hogares.
Según los datos del Observatorio Colombiano de las Mujeres, durante la cuarentena obligatoria se han presentado 91 por ciento más llamadas a la línea 155, destinada a orientar y a asesorar a las mujeres víctimas de violencia machista. Las líneas de emergencia han atendido centenares de llamadas de mujeres pidiendo ayuda, según lo registraron las autoridades tanto en Cali, como en Bogotá donde se triplicaron las llamadas y ha sucedido lo mismo también en otros países como México donde las llamadas aumentaron en un 80%. En toda la región ha habido también feminicidios durante la cuarentena y de esos feminicidios el 60% de mujeres han sido asesinadas en su hogar o en un espacio compartido con sus parejas.
Valga decir que como la masculinidad hegemónica no es para nada una realidad exclusiva de Latinoamérica, en países de Europa también ha habido un aumento brutal de denuncias por violencias contra las mujeres en sus hogares. Por ejemplo, en Francia, confinada desde el 17 de marzo, las llamadas a las líneas de emergencia para las mujeres han aumentado un 30 por ciento, al igual que En el Reino Unido también se triplicaron los casos de feminicidios, o en España, donde según cifras del ministerio de Igualdad, las llamadas al 016 aumentaron un 47,3 por ciento y las consultas por medios electrónicos un 650 por ciento (https://www.eltiempo.com/mundo/mas-regiones/aumentan-las-denuncias-de-violencia-de-genero-durante-los-confinamientos-por-el-coronavirus-485864), solo por mencionar algunos. Por todo lo anterior, vale recordar también que ninguna forma de humor es inocente e inocua y que el humor es una expresión de la realidad y que por lo tanto no debemos pasar por alto que como consumidores activos o pasivos de este “humor” también legitimamos dichas violencias cuando lo naturalizamos y consideramos que es poco grave. Muchos de esos hombres que se han enunciado frente a nosotras como aliados feministas o como hombres nuevos, compartieron esos memes. ¿Dónde está lo nuevo, dónde queda la deconstrucción?

Imagen 4 – Fuente: https://i.pinimg.com/originals/92/b1/44/92b144ac016f5fbc62cec5eb02c239ab.jpg

2. En redes también, muchos hombres  pusieron a circular historias sobre lo desbordados que los tenían las múltiples rutinas de oficios y cuidados que les implicaba estar en casa. Muchos hombres de esos que llamamos hombres nuevos porque posiblemente no pegan, no violan, o matan, pusieron en evidencia en sus redes sociales que no conocían esas rutinas cotidianas, que las cocinas de sus casas, así como sus ollas y enseres, les eran una novedad avasalladora y que, seguramente, alguien había estado garantizándoles que esos quehaceres estuvieran al día para su bienestar. ¿Quiénes eran ese alguien? Pues sus madres, abuelas, hermanas, tías o novias y esposas. ¡Las mujeres! Es decir, estos hombres que como dije antes no matan ni pegan ni violan, se han estado usufructuando del trabajo doméstico, invisibilizado y no pago realizado por las mujeres que les rodean, bajo una lógica demasiado similar a la de los explotadores burgueses capitalistas.
Que la loza sucia parece reproducirse por arte de magia, que la lavada del mercado es agotadora, que los niños y niñas son muy demandantes y que con ellos en casa los hombres no logran concentrarse mientras hacen teletrabajo, que estar en casa da más hambre, entre muchas otras, han sido de las principales quejas de los hombres en redes sociales. A ellas, a las mujeres que viven con hombres como compañeros de vida y que según las encuestas de manejo del tiempo en casi todo el mundo, trabajan en promedio 8 horas más a la semana en quehaceres domésticos y de cuidados que los hombres y que las mujeres solteras, nadie las ha aplaudido, ni ellos como hombres nuevos o alternativos, porque claro, poner en evidencia ese profundo desequilibrio de lo cotidiano conllevaría a reconocer que después del taller de hombres tejiendo, de puertas para adentro no se ha hecho mucho por cambiar los roles tradicionales y machistas de género. Eso tampoco da cuenta de nada nuevo en la masculinidad, de hecho es un problema viejo y de los más resistentes al cambio (estrechamente relacionado con la consigna del feminismo en los años 70´s, “Lo personal es político”).

3. El dramático aumento del consumo de pornografía, especialmente de pornografía infantil durante el confinamiento. Ya sabemos que los principales consumidores de pornografía a nivel mundial son hombres, que el tipo de pornografía que más se consume es la pornografía infantil (México, ese país feminicida produce el 60% de pornografía infantil para satisfacer el mercado mundial) y otras del tipo Porn Gore y que, muchas de esas páginas triple X como Porn Hub, han sido denunciadas por contener y reproducir videos de mujeres y niñas víctimas de violaciones reales. Bien, pues esa misma página -Porn Hub- ha aumentado exponencialmente el número de visitas durante la pandemia pues, paradójicamente, en los tiempos del Covid donde la mayoría de nosotras hemos tenido que limitar nuestros consumos solo a los considerados vitales, el consumo de porno no podía detenerse por ser considerado vital y primordial para buena cantidad de hombres socializados en la cultura de la hipersexualización y en la cultura de la violación. Ya sabemos también que la pornografía cada vez más violenta y degradante, es mera pedagogía de la violencia sexual contra las mujeres y, por lo tanto, no debe extrañarnos  el papel que juega ésta en el incremento de la violencia física y sexual que ocurre dentro de los hogares, con o sin Covid. El agravante es que medidas como la del confinamiento tomadas por gobiernos sin un enfoque diferencial y de género, acarrean la agudización de violencias contra las mujeres y las niñas, que deben estar encerradas las 24 horas del día con sus maltratadores y violadores.



Imagen  5 – Fuente: Fuente: https://arc-anglerfish-arc2-prod-infobae.s3.amazonaws.com/public/DIAJQOW6RJGJLB2SS3TNEJKUGY.jpg 

De hecho, antes de que apareciera el Covid, las estadísticas indicaban que una de cada tres búsquedas en Google estaba relacionada a la pornografía y, desde que los gobiernos instauraron el aislamiento forzoso como medida para reducir la propagación del COVID-19, el acceso gratuito a más de 500 páginas porno en la web va en aumento. Lo anterior es preocupante dado que el 95% de la pornografía muestra algún grado de violencia contra las mujeres. El tipo de violencia que prolifera en la llamada “pornografía dura”, va desde insultos hasta actos degradantes y criminales como la pedofilia, violaciones en manada y violaciones transmitidas en línea que culminan en el asesinato de mujeres y niñas (https://www.radiolatinamerika.no/noticias/noruega/3240-la-pornografia-en-tiempos-del-covid-19).
Recientemente la BBC News, ha publicado una nota sobre El consumo de pornografía infantil en España, donde advierte que la semana del 17 de marzo (tres días después de que el gobierno español declarase el estado de alarma) al 24, se registraron unas 17.000 descargas de material con pornografía infantil. La semana siguiente, del 24 al 31 de marzo, las descargas subieron a más de 21.000, es decir, aumentaron casi un 25% (Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52385436).
Además, hemos visto cómo han circulado por medios y redes sociales, las denuncias del hackeo de cuentas de la aplicación de moda para reuniones virtuales, Zoom, reuniones en las que se han filtrado usuarios exponiendo videos de pornografía y de violaciones (como el aberrante caso sucedido durante una clase virtual de la U de Antioquia). Este no puede ser un dato menor o menos preocupante. Los daños sociales asociados a la  pornografía no solo en sus consumidores -que sufren disfunciones sexuales así como daños cerebrales comparables a los producidos por el consumo de drogas duras-, sino en quienes la producen -principalmente actrices- y niñas y mujeres que han sido previamente secuestradas y torturadas, se nutren de una grande y poderosa industria de proxenetas y pedófilos que trafican cuerpos y vidas de mujeres a su antojo y ante la mirada pasiva y cómplice de los gobiernos. Nuevamente son hombres,  nuevamente es la misoginia instalada la que opera. 

La pandemia nos llega en el momento en que creo que nadie podría siquiera cuestionar el auge arrollador de los movimientos feministas en todo el mundo. Centenares de mujeres de diferentes procedencias han venido sumándose a este movimiento transnacional porque obviamente aunque implique muchos procesos dolorosos, el feminismo les ha permitido a las mujeres levantar cabeza, unir sus voces a otras para saberse acompañadas y rodeadas y les ha posibilitado el empoderamiento para denunciar y reclamar mejores condiciones de vida, educación, justicia, tierras, autonomía, libertad, entre muchos otros logros del feminismo. Para nosotras el feminismo significa ganancia, para ellos asumir una masculinidad no hegemónica significa pérdida.
Yo pregunto ¿Si ya llevamos más o menos 40 o 50 años desde que aparecieron los estudios de las masculinidades y otras tantas décadas del surgimiento de los diferentes movimientos de hombres contra las violencias machistas, por qué no ha habido una acogida similar por parte   de los hombres a la acogida de las mujeres frente al feminismo? ¿Por qué si estos movimientos liberadores les dicen que no tienen que morir en la guerra, que pueden llorar, que no tienen que llevar a cabo conductas de riesgo para validar frente a nadie su hombría, que pueden fallar o compartir la proveeduría económica de los hogares con sus compañeras de vida sin dejar de ser hombres, por qué si estos movimientos y círculos les han permitido objetar conciencia, reconocer de forma integral su emocionalidad y vulnerabilidades, y los libera de ser machos sementales en lo sexual? Pues porque todo este proceso llevado a cabo coherente y consecuentemente les implicaría perder eso que como colectivo han vivido desde el poder y el privilegio y que como colectivo poseen los hombres solo por el hecho de ser hombres.

Porque digámoslo claramente, llegar del trabajo a sentarse a ver futbol y que te llegue la comida ya hecha, y que alguien más se encargue de los niños cuando lloran o tienen tareas que hacer, y que no tengas que ir ni a citas médicas, ni del cole o que puedas consumir cuerpos sin responsabilidad afectiva, o dejar hijos regados sin responsabilidad alguna, pues es que esos son privilegios innegables que comparten los hombres como colectivo (que ya después de un proceso de toma de conciencia se dan cuenta que no eran privilegios sino trampas del patriarcado y que ellos también han sido castrados en su emocionalidad, explotados como máquinas de trabajo, alejados de sus familias, etc., eso es otro asunto). De allí su pacto patriarcal de silencio; silencio ante la explotación doméstica y reproductiva de las mujeres, ante las violencias sexuales cometidas por sus amigos más cercanos, ante la pedofilia de sus padres y abuelos, ante el pago de un salario más bajo para su colega mujer, ante el chat misógino que comparte imágenes con contenido sexual de sus parejas o exparejas, ante la denuncia del me too y ante la demanda por alimentos… De ahí vienen sus reticencias a levantar las banderas de la equidad y a ser consecuentes con sus discursos y posturas en el afuera y también en su intimidad, más allá de lo formal y sin aplausos. Porque para ellos ese proceso de deconstrucción implica necesariamente perder, perder poder y privilegios patriarcales.
Hablar de unas nuevas masculinidades, implica necesariamente hablar de todo esto, darle cara a todas estas luchas cotidianas que pasan inevitablemente por el reconocimiento y el dolor que implica el cuestionamiento de los propios privilegios, de aceptar las violencias ejercidas con más o menos conciencia a lo largo de la vida, de los daños ocasionados a las mujeres que les han rodeado y de asumir con humildad que ese tipo de masculinidad también les ha hecho mucho daño a ellos mismos.
Hablar de un hombre nuevo o de nuevas masculinidades es hablar del cambio en la propia subjetividad pero también de redistribución económica, de justicia social, de equidad, de solidaridad, de otro modelo de relacionarnos con la naturaleza y de poner fin a la desigualdad. El ser un hombre nuevo va mucho más allá de cómo se enuncie uno mismo, es dar cuenta con sus actos y comportamientos cada día, de que se ha dejado de odiar a las mujeres y que se está dispuesto a caminar a su lado, como iguales, trabajando en aras de que todos y todas podamos gozar de una vida en dignidad, en libertad, en autonomía e integridad y gozando efectivamente de todos los Derechos Humanos.


*Súper recomiendo ver los videos de Irantzu Varela en El Tornillo:

 “Los hombres feministas”: https://www.youtube.com/watch?v=CgUkgbI2McE

"Los 'aliados' del feminismo": https://www.youtube.com/watch?v=cFn2deOfPTM


Artículo disponible en PDF: https://drive.google.com/file/d/1fYUh4BwKenIcC3qA8hSWqJV-ZkfRmD72/view?usp=sharing


jueves, 30 de abril de 2020

Les comparto la bibliografía que sobre masculinidades conozco, para quienes quieran profundizar en este importante y urgente tema

MASCULINIDAD
MASCULINIDADES HEGEMÓNICAS
NUEVAS MASCULINIDADES
ALIADOS FEMINISTAS
HOMBRES Y VIOLENCIAS
HIPERSEXUALIZACIÓN DEL CUERPO MASCULINO
HOMBRES Y SALUD MENTAL
HOMBRES Y TRABAJO PRODUCTIVO...

Flipboard: ¿Nuevas masculinidades? | Asiste al 1er Coloquio de ...https://drive.google.com/file/d/1E5rNfAonPTPY7VReGfmLZoshCfOMvSGd/view?usp=sharing

jueves, 26 de marzo de 2020



Un llamado amorosamente feminista para estos días de crisis
Por Karina Sandoval (Marzo 2020)
Ilustración 1 - de Noelle MIrabella


Somos seres ecodependientes e interdependientes, desde que nacemos hasta que morimos necesitamos recursos de la naturaleza y de los cuidados de otros para poder vivir y mantenernos sanos. Es justamente durante la infancia, la vejez y la enfermedad los momentos en los que de más cuidados requerimos y son, a nivel mundial e históricamente, las niñas y las mujeres quienes hemos asumido esas tareas de cuidado, mediante todas esas rutinas cotidianas que permiten el sostenimiento de la vida (poner la alarma, cerrar la llave del gas, hacer el desayuno, tender camas, lavar ropa, ver qué hace falta en casa, convertir verduras, granos y demás recursos en alimentos ya comestibles, ir a hacer las compras, ayudar con las tareas del cole, bajar la fiebre, acompañar a citas médicas, dar los medicamentos, coser la ropa, dar sostén emocional en situaciones de crisis, entre muchos otros, que incluyen, por su puesto, los servicios sexuales que no pocas veces damos a nuestras parejas con el mayor o menor deseo, que nos ha dejado la agotadora e inacabable rutina cotidiana). Algunos datos de la economía feminista para entender el tema en su dimensión política, y económica:
Primer hallazgo, las mujeres que no trabajan remuneradamente en empresas, sí trabajan. En sus casas y con sus cuidados físicos, culinarios, sexuales, sanadores y emocionales, reproducen la fuerza de trabajo de los demás miembros de la familia para que ellos vuelvan a los sitios de trabajo con su fuerza laboral intacta. Es decir, nosotras también generamos plusvalía desde el hogar; que los Estados no lo reconozcan ni lo incluyan dentro de las cuentas nacionales es otro asunto, un asunto de la injusticia patriarcal-capitalista. Imaginen lo injusto que es que las mujeres "amas de casa" (tamaño eufemismo para no decir las "esclavas domésticas"), por no tener una relación contractual dentro del sistema productivo, no cuenten con seguridad social -salud, pensión, o subsidios, por el mero hecho de ser personas- sino que dependan para el goce de esos derechos, de si tienen o no un vínculo generalmente con un esposo o familiar  para que se los garantice.
Segundo hallazgo, en nombre de ese rol histórico que se nos ha designado, argumentando que estamos biológica y genéticamente diseñadas para ello, o que como somos naturalmente más amorosas hacemos mejor esos trabajos, muchas niñas no van a la escuela, son designadas para lavar la ropa de padres, abuelos y hermanos, cocinarles y claro, ayudar a la madre a cuidar de los hermanos menores. Esta exclusión ata a niñas y mujeres adultas a una vida de precariedad, vulnerabilidad y pobreza, porque al no tener acceso a la educación escolar perderán la capacidad de autodeterminar su proyecto vida y dependerán de una futura pareja que bien puede mal tratarlas y someterlas a tratos crueles y que difícilmente podrán abandonar, pues dependerán de ésta para que las "mantenga" económicamente a ella y a sus hijos, reproduciendo el ciclo de la pobreza generacionalmente, de ella a sus hijas y de sus hijas a sus nietas, sin fin. No en vano las mujeres somos las más pobres entre los pobres de todo el planeta.
Tercer hallazgo, las mujeres, en su gran mayoría y con o sin hijos, terminamos cuidando hasta el último día de nuestras vidas a quienes nos rodean, así estemos enfermas y agotadas. Con el madre solterismo predominante en la región Latinoamericana debido a la tendencia abandonadora de los hombres, a las crisis de las economías familiares, a los procesos migratorios y las nuevas tipologías familiares, los cuidados han seguido recayendo en las abuelas ya de por sí precarizadas. A esto es a lo que la economía feminista ha llamado la transferencia generacional de los cuidados, la delegación de los cuidados de hijos, nietos, personas en situación de discapacidad o enfermos, a las adultas mayores, que tampoco han contado con seguridad social y a las que nadie ha cuidado. Injusto, demasiado similar a la esclavitud.
Cuarto hallazgo, cuando en los hogares el tema de los cuidados no se puede resolver repartiendo equitativamente los oficios entre todos los miembros de la familia bien por el machismo de las parejas o por falta de tiempo, esas demandas de cuidados se resuelven a través del servicio de terceras personas pagas, que nuevamente serán mujeres. Esos trabajos los van a realizar, ahora sí remuneradamente otras mujeres, generalmente de los sectores más vulnerables, mujeres indígenas y afrodescendientes, racializadas y empobrecidas, así como mujeres migrantes latinas en Norteamérica y Europa. Son cadenas transnacionales de cuidados y de pobreza que sostienen la economía global. Allí, en esos contextos aparte de sufrir la precariedad laboral, muchas mujeres viven situaciones de violencia sexual naturalizada por parte de sus patrones como en tiempos de la violencia genocida de la colonia.
Quinto hallazgo. De acuerdo con casi todas las encuestas de manejo del tiempo realizadas en los países latinoamericanos, somos las mujeres las que, con trabajo remunerado o sin él, dedicamos más tiempo de la semana a los oficios domésticos y a las actividades de cuidado. Lastimosamente, debido a la educación que reciben los hombres en la cultura patriarcal, ellos una vez salen de sus hogares maternos al hacer vida de pareja, se convierten en una especie de hijos para sus compañeras. De hecho, según estas mismas encuestas, las mujeres que viven en pareja trabajan 8 horas más en promedio semanalmente, en actividades domésticas que las mujeres solteras. Debido a la masculinidad hegemónica, la mayoría de los hombres no saben cuidar y no porque estén biológicamente impedidos para hacerlo, sino, debido al machismo aprendido y reproducido en sus hogares de origen y, se ha evidenciado que el factor que ha llevado a que muchos de ellos estén empezando a involucrarse cada vez más en los oficios domésticos y la crianza de los hijos, no es su toma de conciencia, buena voluntad o solidaridad con sus parejas, sino que las mujeres cada vez más educadas y mejor pagas, han tenido mayor poder negociación, exigiendo a sus parejas lo que debería ser un sentido común, que no sean otro hijo más -eso no es ni romántico ni erótico-, que cuiden de sí mismos para no ser una carga y que cuiden de las personas que los rodean y los necesitan.
Ilustración 2 – Metáfora del Iceberg. Elaboración propia

Todo esto para decirles que debemos entender que cuidar es un acto absolutamente político del que depende la sostenibilidad de la vida en condiciones de dignidad para nosotros mismos y para los que nos rodean. Que nadie puede vivir sin depender de los recursos finitos de la naturaleza y que nadie puede vivir sin los cuidados y la dependencia de otros seres humanos es una verdad que se nos ha mantenido oculta, gracias a que el sistema productivo capitalista le ha dado valor únicamente a lo que representa ganancias monetarias, es decir, riquezas materiales. Ni de la naturaleza ni de los seres amados que nos cuidan podemos seguir abusando si queremos de verdad caminar hacia otros mundos posibles, más justos y equitativos.
Lo dice así, la fabulosa ecofeminista europea Yayo Herrero: “Esta cultura y esta manera de entender el mundo ha generado como una especie de fantasía de la individualidad y de fantasía de la independencia y percibimos que una persona de éxito dentro de nuestro modelo es una persona que no depende de nadie, cuando es imposible no depender de nadie. Todos y todas somos seres interdependientes, y no hay persona, por el hecho de seres humanos vulnerables y encarnados en cuerpo, que sea absolutamente independiente. Nuestro sistema cultural patologiza la vulnerabilidad y la dependencia como si fuera una especie de anomalía y, sin embargo, le denomina independencia a depender de un mercado al cual le importas bastante poco…"
Entonces, asumir el autocuidado y el cuidado de quienes nos rodean responsable y equitativamente, es de lo más feminista que podemos hacer, pero no solo en tiempos de crisis. Vivir una ética del cuidado, revalorando lo comunitario y siendo conscientes de lo que vale e importa la vida, para cuidarla y sostenerla, debe convertirse en una práctica cotidiana y más en estos tiempos feroces que estamos viviendo. Sin embargo, en estos tiempos de crisis por la pandemia también tenemos una oportunidad enorme de ser más justos y justas con esas mujeres de nuestras familias que nos han cuidado desde que nacimos. 
Hay cuarentena, ¿estás aburrido-a? No te quedes en cama esperando que mágicamente la mesa se sirva o la casa se limpie... Haz tu parte, libera a abuelas, madres, hermanas mayores, tías, primas, de esa esclavitud milenaria, esa es una de las primeras y más importantes revoluciones que debemos librar cuando nos enunciamos como feministas. Y si lo haces no te creas la versión moderna de la mujer maravilla, es tu responsabilidad. Piensa que, por ejemplo, por el solo hecho de existir ya generamos mugre, cuando entramos con los zapatos sucios de la calle a la casa, cuando comemos y quedan ollas y platos sucios, cuando nos bañamos o cuando hacemos diferentes actividades que luego van a generar residuos para organizar y sacar al carro de la basura. 
¿Te da más hambre el encierro? Cocina algo, ofrécete a hacer el almuerzo, pero no un solo día, porque comemos mínimo tres o dos veces al día (quienes gozamos de ese derecho claro). Haz un postre rico y sírvelo a tu abuela o madre y luego lava la loza sucia, que parece que se reproduce como maldición eterna. 
Deja de chatear y estar en redes sociales aplaudiendo de forma esnobista a los médicos y posteando cosas sobre la solidaridad del nuevo mundo que estamos pariendo -que también es válido claro-, y mejor pregúntale a la abuela o madre que si están cansadas, que si tienen miedo y consentílas. No reenvíes tanta información inútil que circula sin antes hacer un filtro vital, recuerda que en tu lista de amigas puede haber, por ejemplo, personas que ya vienen lidiando con estados de ánimo complicados antes de la crisis y ahora se les han agudizado. Recuerda que también puedes tener amigas que son madres solteras que están muy solas y viven con sus hijos e hijas y que son el soporte emocional de ellos, no las agobies con información catastrófica que daña y finalmente no sirve para nada. Recuerda que también puedes tener amigas que viven solas, que hablan con poca gente y no necesitan nada de esa sobre información que circula generalmente con fake news... y si te apetece saber cómo están esas amigas, llama, manda mensajes personalizados y no mensajes masivos o en grupos llenos de alarmas y basura. Eso, pensar en los cuidados también es un asunto político urgente. Es cuidar la vida, cuidar la salud mental de las que quieres, es poner en el centro la vida.
Ilustración 3 – Elaboración propia.